Las marcas se basan en hábitos repetitivos y lealtad. Cualquier buen intérprete se convierte en un éxito solo cuando su audiencia lo reconoce. Un producto crea un mercado potencial y atractivo y cosecha estabilidad cuando logra formar y mantener una base de clientes leales.
Las necesidades del cliente y su lealtad son los factores que alimentan a las empresas. Los deseos y necesidades de los clientes se desvían hacia la lealtad que forma el punto de apoyo para cada marca exitosa. Los deseos y necesidades de un consumidor potencial pueden ser satisfechos por un producto que lucha contra la ventaja competitiva por su desempeño definitorio.
Una marca puede ser líder en la marca. O un líder en el suministro. O un líder en asequibilidad. Los buenos líderes nunca son seguidores de la multitud. La definición del rendimiento desata los hábitos de los clientes y, por lo tanto, el producto se convierte en una promoción para sí mismo.
Las marcas son intangibles, su construcción requiere un trabajo duro complejo y deliberado. El cliente es la apuesta clave de cada negocio, por lo tanto, su mente debe ser influenciada para obtener los resultados deseados. Una vez que un producto crea una demanda agresiva y resistente en el mercado, marca el nacimiento de una marca exitosa y eterna.
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