Porque sin una marca el producto es anónimo.
Y no es “solo un producto”. Es peor:
- No sabes quién lo hizo.
- No sabes si puedes confiar en él.
- No se puede acumular experiencia al respecto.
- No se lo puede recomendar a otros.
- No puedes ser leal a eso.
- Realmente no puedes amarlo.
- No puede realizar una compra repetida.
- La calidad del producto es completamente impredecible.
Todos estos factores crean tensión psicológica.
Las marcas son faros en el mar de la incertidumbre. Realizan una función psicológica muy significativa. Crean sensación de seguridad, fiabilidad, garantía. Te ayudan a orientarte en el mundo.
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Vivir sin marcas es como estar solo en la multitud de extraños. ¡Muy estresante! ¡La amenaza está en todas partes! Porque todo es impredecible y poco confiable.
Las marcas son promesas. Representan una garantía de rendimiento y calidad previsibles. Sin ellos, la gente se estresaría.
No hay forma de confiar en productos sin marca. Y como no confías en ellos, parecen más arriesgados, mediocres y de mala calidad.