En el lanzamiento del primer Macbook, Steve Jobs estuvo presente en el auditorio junto con otras dos personalidades ahora conocidas, Bill Gates y Steve Ballmer. La euforia entre el público era tan eléctrica que Ballmer le dijo a Gates con una sonrisa: “Dime cuándo se convierte en una religión”.
Con esto creo que puedo comenzar mi respuesta.
Apple y Steve Jobs son sinónimos. No ha habido otro CEO carismático en la historia de las empresas y marcas.
La forma en que Jobs trató a Apple y sus apóstoles fue diferente de lo que haya sucedido. Jobs fue sin duda un gran presentador. Sabía lo que quería su audiencia.
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Jobs era de Counter Culture, cuando se aventuró en el mundo de las computadoras, todavía era un hippie e IBM era el gran tipo. Eso lo ayudó a conectarse con la gente.
Ahora, una vez que la gente se conectaba con la marca, la cuidaban. Apple siempre fue una marca premium y nunca se vendió barata.
Jobs le dio una definición de marca donde la tecnología se encuentra con el arte. Apple es sinónimo de innovación, clase y exclusividad.
Con Jobs muerto, tiene una ruta difícil para continuar con el legado que dejó. La reciente lucha con el iPhone 4s y el iPhone 5C son pruebas de ello.
En mi opinión, se dice, demasiados cocineros estropean el caldo. En el caso de Apple, uno fue suficiente.